Desde el momento en que me enteré que estaba embarazada, siempre supe que quería darle lo mejor a mi bebé para que fuera un bebé sano y fuerte. Realmente al principio la verdad es que no tenía idea de nada, no sabía que existían diferentes tipos de parto, para mí solo existía el parto natural y la cesárea. La verdad es que siempre tuve claro en mi mente que quería que mi bebe naciera de forma natural. Y fue hasta los cursos psicoprofilacticos en donde conocí el término parto humanizado, y quedé completamente enamorada.
El parto humanizado es aquel parto en donde lo mamá es la protagonista del nacimiento de su bebé, en donde sus decisiones son respetadas y apoyadas por un equipo profesional, creando un ambiente seguro, tranquilo y privado para la mamá y el bebé.
Conforme fue transcurriendo mi embarazo, más estudiaba y me informaba sobre este tipo de parto y cada día estaba más segura de que esto era lo que quería para mí y para mí bebé. Me preparé en todos los sentidos, físicamente, espiritual, emocional y psicológicamente para que esto sucediera como lo planeado. Claro, siempre estuve consiente que al final de cuentas iba a ser lo que Dios quisiera, y que pudiera existir la posibilidad de hacer una cesárea en caso de ser necesario.
Todo empezó un 27 de agosto, cuando yo ya estaba a nada de cumplir 40 semanas, mi esposo estaba de viaje de trabajo y yo solo le pedía literal a Martina que por favor esperara a que llegara su papa viaje (justo ese día regresaba). Al día siguiente (Ya había llegado mi esposo de viaje) tal cual como si Martina me hubiera hecho caso, amanecí con el tapón mucoso, lo cual indicaba que ya era el inicio del proceso de la labor de parto. Yo entre nervios, emoción, sin saber qué hacer le marqué a la ginecóloga, a mi doula, y a mi esposo para mantenerlos al tanto. De inmediato mi esposo se vino a la casa para estar al pendiente de cada momento del proceso. Pasaron unas dos o tres horas sin nada de nada, hasta que salimos a caminar Luis y yo con nuestras mascotas para ver si bajaba más el bebé.
Fue en ese momento en donde empecé con unas leves contracciones. La verdad es que las contracciones en un principio eran aguantables y no tan seguidas pero conforme fueron pasando las horas la intensidad fue aumentando hasta que de plano ya no aguantaba más y le dije a mi esposo que le marcara a la doula.
Eran las 7:30 de la noche cuando la doula llegó a la casa, yo ya no podía del dolor me retorcía y no había posición que me alivianara. Fue entonces cuando la doula nos dice que nos tenemos que ir al hospital. Entonces mi suegro nos llevó al hospital donde ya estaban esperándonos mis papás, mi suegra y mi abuelita con un enfermero y la silla de ruedas. Me pasaron directo a la sala de labor de parto, ahí estábamos mi esposo, la doula y yo, cuando llegó un séquito de doctores (residentes, cabe recalcar).
Yo estaba histérica porque en verdad había como 10 personas dentro de la sala entre doctores y enfermeras, y mi Gine aún no llegaba. En eso uno de los doctores; dice: “tenemos que hacerle un tacto para ver cómo va de dilatación”, mi esposo histérico porque quería que esperáramos a la ginecóloga y yo también, pero con los nervios les dije que si (mínimo para saber cuánto llevaba de dilatación).
En eso me hacen el tacto y nos dicen que ya estaba la cabecita de Martina coronando, y yo dentro de mi dije: “Woooow, ¿Ya tan rápido?, pobre ilusa”. Obvio habiendo dicho eso el doctor, ya todos se pusieron su traje de astronauta para recibir a mi gorda. Gracias a Dios en ese momento llego mi ginecóloga, llegó toda apurada y más porque le pasaron el reporte de ya estaba a punto de nacer la bebé, se pone su traje de astronauta, me hace tacto y resulta que ¡El doctor se había equivocado y solo tenía 3 cm de dilatación! No, no quieren saber cómo nos pusimos ¡Mi esposo corrió a todos de la sala y los reportó con los directores del hospital! Es ahí donde me dice la gine:”Pamela esto apenas comienza, así que relájate que todavía nos queda mucho tiempo por delante” Y como por arte de magia baja la intensidad de las contracciones, yo no sé si fue porque ya estaba más tranquila de saber que ya estaba en el hospital, con la gine, con mi doula y mi esposo.
Pasaron unas horas ya con las contracciones más fuertes, me vuelve a hacer tacto la Gine y solo tenía 5 cm de dilatación. Así dure fácil otras tres horas, yo ya estaba cansada, desesperada, estresada, lo bueno es que mi doula estaba a mi lado en todo momento dándome muchos ánimos y echándome muchas porras junto con la Ginecóloga y mi esposo. Todo este tiempo tuve movimientos libres por el cuarto, mi doula me hacía masajes, me ponía aceititos relajantes, me metí a bañar, para no pensar tanto en el dolor.
Era la 1 de la mañana, yo ya quería que me abrieran porque ya los dolores eran insoportables, pero la Gine, la doula y mi esposo no dejaron que eso sucediera y por el contrario me seguían dando muchos ánimos. Yo no sabía si podía más, yo quería que ya ese dolor terminara. Es entonces donde la Gine me pregunta si quería que me pusieran anestesia, pero la verdad es que yo no quería dejar de sentir cómo era traer a mi bebé al mundo, entonces llegamos al acuerdo de que me pondría un coctelito que solamente duraría una hora el efecto, para relajarme, ya que seguiría sintiendo todo pero a una intensidad mucho mucho menor. Y así sucedió, me pusieron el medicamento, me relajé muchísimo y pude descansar porque ya estaba agotada. Y exactamente una hora después empiezo a sentir otra vez las contracciones fuertes, me hacen tacto y ya estaba en 9 de dilatación. En ese momento me rompen la fuente (porque no se había roto) y me empiezan a dar las ganas de pujar.
En un principio estaba acostada normal pujando, pero después la ginecóloga me dijo que me pusiera como en tipo cuclillas agarrada del respaldo de la cama para que la salida del bebé fuera más fácil (que tiene lógica por la ley de gravedad). Entonces si ahí es donde empecé a sentir un ardor espantoso, pues era que la bebe estaba saliendo, la cabecita ya estaba coronando. Eran ya las 3 de la mañana y yo en verdad ya no podía más, estaba exhausta (claro que siempre estuvieron monitoreando a la bebé, y ella estaba en perfectas condiciones, sin ningún sufrimiento fetal). Me encantó porque en verdad aparte de que todo el equipo era pura mujer (lo cual me daba más confianza), tanto mi doula, como la Gine y la anestesióloga no saben las porras que me echaban, me daban unos ánimos impresionantes. Me faltaban tres pujos más para que saliera por completo Martina. Pues ya era el último empujoncito, le eché todas las ganas de mundo, pujé como nunca en mi vida y ¡Lo logré!
Logré un parto natural en toda la extensión de la palabra, logré que mi bebé naciera en las mejores condiciones, logré sentir lo que era traer a un bebé al mundo, obviamente mi esposo y yo no parábamos de llorar de la emoción, de la felicidad, del alivio, de todo. No lo podía creer, no podía creer que por fin tuviera en mis brazos a mi gorda preciosa después de todo.
En cuanto nació, la limpiaron rápido y me la pasaron a mi pecho a un lado de mi corazón, olía hermoso. Dejamos que el cordón bombeará toda la sangre para pasarle todas las células madres necesarias. Pasaron aproximadamente 30 minutos en mi pecho, y fue ahi donde mi esposo cortó el cordón. Una vez limpia mí princesa, y yo ya lista nos pasaron a las dos al cuarto. Mi gorda nunca pisó el cunero más que para bañarse y la verdad es que eso me encantó porque no nos separamos para nada.
Dicen que el dolor de parto se olvida, pero la verdad a mí a la fecha no se me ha olvidado y puedo decir que ha sido el peor dolor del mundo pero al mismo el más satisfactorio. Al final de cuentas todo ese dolor y sufrimiento vale la pena, porque mi gorda nació en excelentes condiciones, no tuvo anestesia, no hubo necesidad de ir al cunero, y nació con los ojos súper abiertos viendo directamente a su papá. La verdad es que todo esto no tiene precio. Muchas personas me preguntan si lo volvería a hacer, y la verdad es que sin dudarlo lo volvería a hacerlo (tal vez con poquita más anestesia, jajaja).
Esta fue mi experiencia, fue increíble dentro del sufrimiento que tuve, me preparé, luché y trabajé para que así sucediera, y sucedió. Pero también este logro se lo debo a mi esposo que siempre me apoyó en todo momento, a mi Ginecóloga, a mi doula, a la anestesióloga que estuvieron todo el tiempo al pendiente de mí y de Martina, que me dieron los ánimos para seguir adelante con lo planeado y así poder lograrlo. Realmente sin todos ellos creo que nada hubiera sido igual.
Aun así, yo creo que si tuviste cesárea humanizada, cesárea programada, cesárea por lo que haya sido, parto natural, en agua o como sea que haya sido tu parto, el chiste es que todas dimos a luz a un ser hermoso, y como hayan nacido no nos convierte en mejor o peor mamá. Porque nosotras como mamás siempre vamos a ver por el bienestar de nuestros hijos, sea como sea. Y como siempre lo hemos dicho, nosotras mamás no estamos para juzgar lo que otras mamás, hayan decidido para traer a su bebé al mundo, como haya sido está excelente mientras tú estés convencida de eso.
Espero que les haya gustado mi experiencia. Muchas gracias como siempre por leerme y espero todos sus comentarios y experiencias sobre sus partos.